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Leer más5 cosas que no sabías de los croissants
Un croissant de mantequilla o de margarina, con semillas, integral o al puro estilo buoto italiano. Símbolo del vencimiento de guerras o resultado del más que natural evolucionar de las masas, es y será siempre el mejor desayuno posible junto a un buen capuccino.
1. No son franceses (probablemente, tampoco austríacos)
Claro, seguro que ese tal Antonio que todo lo sabe te dirá que todo el mundo sabe que los croissants no son franceses. Mientras tanto, internet se llena de croissants junto a hashtag Paris o en su defecto, bien bañados en un gran capuccino italiano.
Pues bien, a los que no nos importa reconocer que no nacimos sabiendo, nos encanta descubrir las leyendas y orígenes, sobre todo, de aquello que dábamos por hecho. Y el caso del croissant es uno de esos que inspira.
La versión más popular dice que el croissant fue una invención austríaca. Finales del 1600, la época de las guerras turco-otomanas y , contra todo pronóstico, Viena vence sobre los turcos. La celebración implicó la creación de un pan hojaldrado de media luna, como la de la bandera otomana, que comían para conmemorar la victoria. No estaría mal que tomar un croissant significase literalmente «comerse al enemigo», ¿verdad?
Sin embargo, historiadores e investigadores dudan de esta teoría, y creen, igual que ocurre con una elaboración tan emblemática como el pan pita, que en realidad este tipo de masa horneada surgió en diferentes puntos del mundo simultáneamente. Algo muy probable, al tratarse de harina.
2. Los croissants eran un lujo
El croissant, el delicioso croissant, involucra a la harina, la mantequilla, los huevos, la levadura. No son productos que hayan sido asequibles para todos los bolsillos a lo largo de la historia.
Por supuesto, no nos referimos a la Antigua Mesopotamia hace 9000 años, las manos entre las que nació la mantequilla, a todas luces, de forma accidental. Hablamos de la época medieval hasta las épocas de escasez por guerras civiles y mundiales. Era en esas horquillas temporales en las que hacerse con estos ingredientes era un reto demasiado grande como para permitirse disfrutar del café y croissant a diario.
Al fin y al cabo, países tan gastronómicamente emblemáticos como México, en la actualidad, también reflejan en el pan de muertos rural (sin mantequilla) en contraste con el urbanita (con mantequilla), el poder adquisitivo y el acceso a ingredientes más internacionales, como nos explicaba Mar de @marviajaycome en el artículo de 5 dulces para el día de Todos los Muertos.
3. Existe el día del Croissant
El 30 de enero fue el día establecido internacionalmente para honrar a este crujiente bollo domenical.
Es difícil dar con quién lo instauró, aunque es fácil imaginar el gran bon viveur del que debe tratarse. Bajo el hashtag #Diainternacionaldelcroissant la red se llena de recetas, ideas de relleno (¿Lo habéis probado con salmón y aguacate? Matadme por no sostenible pero es de los bocados más jugosos que he tomado en mi vida), el compartir de su origen y simple y llanamente, las ganas de comerlo.
4. Hay una razón secreta para la forma del croissant
Por lo visto, en Francia, el croissant más alargado se convirtió en una seña de identidad de la masa con mantequilla. En cambio, el croissant hecho con otras grasas distintas a la mantequilla, no lácteas y más económicas como la margarina, son los que todavía se preparan con los correspondientes cuernos.
Este gesto no se trata de una ley universal y no puede compararse con el más infalible de los sistemas: el aroma. Si existe la oportunidad de acercarlo a nuestra nariz, el intenso aroma mantequillado no dejará dudas sobre su excelencia.
5. Existe el taco croissant
A día de hoy, el taco croissant o tacro es marca registrada. El boom lo vivió en 2017 cuando un señor apellidado Building, nacido para materializar ideas, decidió darle esta oportunidad a la masa de hojaldre.
La empezó a vender en su cadena Vive le Tarte, donde en la actualidad, según la revista gastronómica Eater, todavía se puede degustar la versión desayuno del tacro relleno de huevos revueltos, bacon y aguacate. Por desgracia, nos queda un poco lejos, concretamente en San Francisco. Donde también podemos degustar su creación croissant a la naranja y zaatar.
No salgo de mi asombro tras descubrir que a alguien se le ocurrió hacer tacos con un croissant y no le tembló el pulso. Qué limbo gastronómico tan fino el que separa la osadía del salvajismo, o barbarie, como diría Nicolau. Y que cierto es que fuera de aquí no pienso admitir que me muero de ganas por probarlo.
Este artículo forma parte de la categoría «Cultura gastronómica». En esta sección encontrarás consejos e inspiración gastronómica para redescubrir los platos y lugares que creías conocer.
Laia Shamirian Pulido escritora gastronómica, mestiza y viajera. Dice que puede encontrarse la fe entre macchiatos e injeras. Y que de no encontrarla, el comer y el beber, habrán merecido la pena igualmente.
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