Identidad y gastronomía
El pasado 31 de enero tuvo lugar en Casa Adret el coloquio Todo lo que Somos. Este evento inauguraba el ciclo de talleres y propuestas que tendrán lugar dentro del Marco Europeo UParticipate.
El objetivo último del programa es la integración de jóvenes migrantes y minorías contando con Mozaika, promotora de la cultura judía y el diálogo interreligioso, como sede y representante en Barcelona.
Todo lo que Somos
Por Laia Shamirian Pulido / Enero 2023
Desde el espacio otorgado por Casa Adret en el marco del programa europeo, y como especialista en gastronomía, identidad, fe y diáspora, contribuí a la exploración de nuevos caminos hacia la integración de jóvenes migrantes y minorías con una visión basada en dos pilares fundamentales:
- El individuo multicultural logrará integrarse completamente cuando previamente consiga integrar todas sus influencias culturales en una expresión cultural propia y personal.
- La gastronomía puede considerarse una herramienta de interés por su capacidad para crear y ayudar a prevalecer identidades individuales y colectivas.
Estas ideas eran presentadas como vertebradoras con el convencimiento de que el día en que todo individuo multicultural sea capaz de integrar, enorgullecerse y crear una nueva expresión cultural propia a partir de todas sus influencias, será para el colectivo global, mucho más sencillo crear una sociedad flexible y equitativa.
Retos y oportunidades
Para empezar, se pusieron sobre la mesa los retos, las oportunidades y las posibilidades que otorga una identidad multicultural y que fueron recogidas por los sociólogos David C. Pollock, Ruth E. Von Reken y Michael V Pollock en su obra Third Culture Kids.
Retos de la identidad multicultural
- Pertenencia. Identificar un lugar como el propio y un lugar al que volver es uno de los grandes retos que tienen en común todas las personas que o bien han crecido durante largos periodos de su vida en distintas culturas o bien cuentan con una cultura en la familia distinta a la del entorno inmediato.
- Lealtades confusas. Una de las grandes dificultades del perfil multicultural es el encuentro con la lealtad. Cuanto más alejadas se muestran las naciones o culturas que forman parte de su historia más difícil resulta para la persona sentirlas como propias y rendir algún tipo de lealtad.
- Falta de bienvenida. La posibilidad de conocer otros patrones culturales permite a las personas modificar rasgos que de otra forma permanecerían inamovibles. Estas nuevas características se convierten en muchas ocasiones en un impedimento a la hora de volver a conectar con algunas de las culturas de origen.
Entre los retos también se encuentra el desconcierto que se produce cuando se carece del conocimiento en profundidad de alguna de las culturas que forman parte del individuo, generando una fuerte sensación de inseguridad.
Los retos se balancean con oportunidades entre las que se encuentran una visión y un nivel de empatía global característico. La capacidad de las personas multiculturales de tener un conocimiento amplio sobre diversos países, normas y patrones les da flexibilidad y les permite adaptarse mucho más fácilmente, así como contar una visión resolutiva mucho más integral. Por otro lado, cuando hablamos de empatía no sólo nos referimos a la habilidad de ponerse en la piel del otro sino también de aceptar como naturales comportamientos culturales que de otra forma podrían juzgarse como extraños.
Llegado a este punto, a lo largo de la charla quedó patente que dichas dificultades eran compartidas y que resultaba un reto, especialmente en la adolescencia, el poder crear una identidad fuerte y capaz de desenvolverse en ambientes donde la multiculturalidad todavía genera desconcierto.
Tal y cómo una de las participantes compartía, uno de los factores a tener en cuenta en la génesis de la incertidumbre del entorno es el miedo. El temor a no saber cómo actuar, relacionarse o qué esperar de una persona que engloba tantas perspectivas en un mismo ente suele traducirse en las más que comunes cuestiones y afirmaciones tales como: “Pero tú, ¿de dónde eres?, porque no pareces de aquí” o “Qué rara eres, eso aquí no se hace”, es el miedo ante lo desconocido y el miedo ante aquello que no sabemos qué será.
Herramientas para la identidad multicultural
Desde la sociología afirman que ciertas herramientas para la construcción de una identidad multicultural capaz de desenvolverse en cualquier sociedad de forma no voluble y con firmeza son:
- Deshaz las maletas, planta árboles. En un mundo tan globalizado la identidad multicultural se extiende a pasos agigantados. Derivado de migraciones por inestabilidad política o por búsqueda de un objetivo profesional, la realidad es que la tendencia lleva a la humanidad a vivir largos períodos de tiempo en culturas diferentes a la de origen. El consejo de los sociólogos es: allí dónde vayas deshaz las maletas y planta árboles. Aun y cuando en el momento presente resulte imposible afirmar durante cuánto tiempo estarás envuelto en ese lugar de destino, vive y enraízate en él. En cualquier caso, podrás llevarte parte de las semillas al próximo lugar.
- Conoce sin límites. Acorde con el primer punto y en pro de vivir la experiencia desde la plenitud y no desde la carencia, los estudios demuestran que el interés genuino por la cultura de destino contribuye a la creación de un sentimiento de integridad y bases sólidas. Esta visión, nuevamente, está alejada de cualquier parámetro temporal, animando a aquellos que inviertan desde meses hasta años en un nuevo paraje a empaparse en profundidad de él, su cultura y costumbres.
- Construye tradiciones. Las tradiciones, por más que deban adaptarse a un estilo de vida migrante/nomádico han aparecido como cruciales a la hora de establecer raíces. Permiten que permiten la persona multicultural pueda sentirse como un todo y parte constante de algo, trabajando así la pertenencia. Estas tradiciones pueden consistir en la visita o el encuentro anual en algún punto en común con amigos y familiares hasta un meeting virtual tomando un té tradicional familiar. La importancia recae en hacerlo prevalecer en el tiempo y la persona continue sintiéndo con el paso de los años que forma parte de lo uno y de lo otro.
- Crea objetos sagrados. Por último, uno de los recursos con mayor éxito a la hora de que la persona multicultural pueda integrar todas las culturas que la conforman es crear objetos sagrados que las representen y puedan acompañarle en su camino. Desde pinturas hasta pulseras o recetas. Ese simbolismo permite a la persona seguir en constante contacto con todo lo que es, sin renegar ni obviar ninguna de las influencias culturales recibidas.
A tenor de ello, algunos participantes también compartían y alababan la plasticidad cultural que requiere para las familias de un origen cultural concreto, el permitir e incluso promover, que los hijos interactúen y hagan suyas parcelas de las culturas de destino.
Debido a mi propio bagaje y mi reciente revisión bibliográfica sobre gastronomía e identidad, cerramos el evento con una propuesta: utilizar la gastronomía para contribuir en el reconocimiento y la construcción de la propia identidad multicultural.
Mientras son muchos los prismas desde los que se puede abarcar la integración, la gastronomía destaca por otorgar la posibilidad de generar tanto un diálogo personal, es decir, el recorrido y encuentro con las propias raíces, como el diálogo interpersonal, con la otra persona sea cual sea su referente cultural.
Resumido en palabras de Mintz, conocido como el fundador de la antropología alimentaria:
Este potencial se ve recogido en muchas obras a lo largo de las últimas décadas. Entre ellas, Gabrielle Adena Hersch muestra en su artículo “Challah and its performance of the American Identity” la posibilidad de la comunidad judía secular estadounidense de seguir conectados con sus raíces judías a través del consumo del pan jalá, un pan que protagoniza las cenas de Shabbat y que para esta parte de la población se convierte en símbolo no religioso, pero igualmente conectando.
Por otro lado, Carel Bertram autora del libro “Memory, Food and the Armenian Diaspora”, expresa la capacidad de los descendientes de la diáspora armenia de conectar con la antigua Anatolia, y lugar de origen de sus antecedentes, gracias a la conservación de la tradición culinaria en la que se ven reflejados cuando de adultos consiguen volver a pisar aquellas tierras.
Un ejemplo que, además, ilustra las contradicciones propias de una persona multicultural es el reflejado en el libro “The Asian Pacific American Heritage” de George Leonard. En él muestra la historia de una adolescente de ascendencia coreana la cual renuncia a un plato coreano tan icónico como el kimchi. Su fuerte olor y sabor picante le hacen sentir fuera de lugar en la estadounidense sociedad que le rodea. Sin embargo, es su pareja estadounidense quién la invita a su casa a descubrir el último exótico plato que ha aprendido a preparar su madre. Nada más y nada menos que el kimchi.
En este último relato, encontramos la razón última por la que el uso de la gastronomía como vehículo de conocimiento y orgullo, puede generar uno de los espacios de mayor diálogo intercultural.
Al fin y al cabo, tal y como diría una estimada armenia de Buenos Aires y ascendencia siria: “Que es la comida sino una expresión de amor y de resistencia cultural. Que igual al final, todo es amor, porque es amor a la vida”.
Laia Shamirian Pulido escritora gastronómica, mestiza y viajera. Dice que puede encontrarse la fe entre macchiatos e injeras. Y que de no encontrarla, el comer y el beber, habrán merecido la pena igualmente.
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