5 cosas que no sabías de los latkes de patata
Ya está aquí Janucá, las velas, los deseos, la mesa inundada de latkes y sufganiot. Qué nombres tan distantes para unos preparados tan humildes. Los latkes son una elaboración frita y menuda a base de patata. Los sufganiot en cambio son dulces, un tipo de donut o berlina, rellena, frita y azucarada.
Unas recetas modernas que pretenden conmemorar el milagro del aceite en el Templo, en que la cantidad para apenas un día se alargó durante ocho. Aquello eran los tiempo de los Macabeos. Ahora, no sólo tenemos las delicias sino que también podemos disfrutar del simposio anual «Latke vs. Hamantashen».
Este debate anual celebrado por el Hillel de la Universidad de Chicago desde 1946 ha recopilado más de 7 décadas de conocimientos del campo de la física, la filosofía, las matemáticas o la ciencia para demostrar si el latke o el Hamantashen son mejores. El resultado: datos sorprendentes, comúnmente hilarantes, sobre ambos. A continuación, 5 razones estrambóticas que hacen que el latke sea incomparable a cualquier otro plato.
Según el razonamiento filosófico las latke son simplemente perfectas.
Ted Cohen, concluyó un análisis de cómo un correcto razonamiento filosófico le llevaría a uno al latke.
Sus palabras: «La verdadera filosofía conduce al latke. No voy a demostrar que el latke es, en un sentido simple, «mejor» que el hamantash. Eso no puede hacerse, porque el latke y el hamantash no son conmensurables. El hamantash es algo muy, muy bueno en su género. El latke, sin embargo, es algo perfecto».
Continúa:
«La apreciación no es perfecta si para disfrutar plenamente de un objeto hay que tener en cuenta qué clase de cosa es. La mayor parte del arte moderno es así: hay que saber de antemano lo que el artista pensaba que estaba haciendo si se quiere dar sentido a su arte. Piénsalo: un latke no necesita tener una forma particular, ni un color requerido, ni condiciones conceptuales previas (lo mejor es la patata, por supuesto, pero ni siquiera esto es lo esencial). El latke es el emblema del gusto y del arte en sí mismo. Y así: no puede haber gusto donde no hay gusto por los latkes. Un mundo sin hamantashen sería un mundo miserable. Un mundo sin hamantashen podría ser insoportable. Pero un mundo sin latkes es impensable».
La gente busca latkes, no hamantaschen ni sufganiot
En el MIT, Robert J. Silbey, decano de su Facultad de Ciencias, citó a Google, que devolvía 380.000 resultados en una búsqueda de «latke» y sólo 62.000 de «hamantaschen» en 2006. Actualmente, devuelve 4.970.000 visitas para latke, sólo 438.000 para hamantaschen y apenas 425.000 resultados para sufganiyot. «El hamantaschen viene de una historia violenta, el latke representa el calor; el amor de una madre». Robert J. Silbey
Está claro, las latke son mucho más universales que las otras dos. Aunque el latke no compite con la tarta de queso (485.000.000 de visitas)
Además, Silbey citó una investigación que sugiere que una dieta de latke prolonga la vida de los ratones. Por desgracia, no podemos comprobar el estudio para ver cuántos latkes deben comerse diariamente para obtener los resultados.
El latke se preocupa por la eficiencia energética.
En 2010 Aaron Dinner, profesor de química, argumentó que el latke tenía, con diferencia (quizá no tanta), una mejor conductividad iónica. Comparando los resultados entre los hamantaschen y los latke, sólo los latke y los hamantaschen rellenos con el relleno tradicional, no los modernos, fueron capaces de mostrar una conductividad superior a 0,90 V.
Si eres químico puedes comprobar aquí en el minuto 7 cómo estos alimentos son capaces de conducir electrones para encender un led. Y mientras Aaron volvía en 2014 para seguir defendiendo los latkes, Raphael Finkel encontró entre textos sagrados su razón de peso.
La liturgia apoya a los latkes
En 1984 el yiddishista y profesor de informática Raphael Finkel señaló que en la literatura rabínica hay extensas discusiones halláquicas sobre los latkes. Aquí como ejemplo:
«Quiero elevar tu conciencia (y tal vez tu garganta) y explicarte la manera Halájica de la Torá en la que se deben preparar los latkes, según el «Sefer» del Rambam:
Digamos, por ejemplo, que quieres latkes. La patata debe estar sana. Cualquier patata que no pueda nadar con la corriente se considera enferma, y hay que esperar a que se recupere antes de poder utilizarla. Tienes que sacrificar adecuadamente las patatas. Necesitas un cuchillo lo suficientemente afilado, en palabras del Rambam, para que pueda cortar 30 manojos de krokhmal en 10 golpes. Supongo que eso es bastante afilado. Se mata la patata con un doble corte rápido, sujetando el cuchillo de forma que la hoja quede hacia arriba, atacando la patata por debajo.
Si hay ojos en la patata, deben estar mirando hacia arriba, para que la patata no vea venir el cuchillo. El golpe debe cortar al menos la arteria principal de la patata, aunque según el Rambam, esto es difícil con nuestras patatas modernas, que no tienen arterias, y basta con cortar al menos 0,357 pulgadas por debajo de la piel. Hay que quitar los ojos (en yiddish, esto se conoce como «eyebering»); mientras no se quiten, la parte exterior de la patata es treyf (literalmente, «los ojos lo tienen»). Las fábricas modernas de latke no se molestan en quitar los ojos, que lleva mucho tiempo, por lo que venden la parte exterior de la patata a los no judíos».
En cambio, no existe discusión ni detenimiento semejante entorno a los hamantaschen, cosa que despejó todas las dudas para Finkel, sobre cuál es el mejor de ambos.
El latke ha aparecido en el Tribunal Supremo
¿Qué más hay que decir? El latke ha tenido el honor de ser mencionado en el Tribunal Supremo. Algo, que yo sepa, que no puede decir ningún otro alimento judío.
Los participantes en el debate citaron la opinión del juez Blackmun en el caso County of Allegheny v. ACLU. El caso trataba de si dos exhibiciones festivas patrocinadas por el público, una de ellas un belén y la otra una menorá, constituyen un respaldo estatal a la religión que violaría la Cláusula de Establecimiento de la Primera Enmienda Blackmun dijo que la menorá no violaba la Cláusula de Establecimiento de la Primera Enmienda, basándose en su ubicación y tamaño. En su argumentación la comparó con otras tradiciones como: «También es costumbre servir tortitas de patata u otros alimentos fritos en Janucá porque el aceite en el que se fríen es, por tradición, un recuerdo del milagro de Janucá».
La crujiente y dorada cantidad de patatas y cebollas fritas se transformó en la estrella principal de Janucá, un alimento incomparable de alegría y tradición con toneladas de motivos hilarantes, suaves y solemnes para ser comido cada año.
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